Según los romanos, este dios aseguraba buenos comienzos y buenos finales. Eso es lo que representa Jano. El inicio de una nueva etapa que comienza por atreverse a dar el paso, y cruzar la puerta que nos llevará a nuestro objetivo.
También es el dios de la transición. La transición de pasar por el conflicto interior que es recorrer un nuevo camino, por la incertidumbre del futuro y los cambios.
Muchos de los cambios que debemos hacer en nuestra vida, dan miedo. En general, cuanto más miedo sentimos, más seguros podemos estar de que esa es la dirección que tenemos que seguir.
Dato curioso: Para los romanos era el dios que aseguraba los buenos comienzos y finales, se consagraba en el primer mes del año, enero, y se invocaba públicamente el primer día de enero, mes derivado de su nombre.
Pasó del latín Ianuarius a Janeiro, luego a Janero y de ahí derivó: Enero.